La ansiedad es una emoción que todo el mundo ha experimentado en algún momento y que cuya función es ayudar al organismo a prepararse para hacer alguna cosa importante. Aparece cuando se ha de actuar en una situación que demanda un esfuerzo intenso y sostenido, frente a un peligro o amenaza. Por ejemplo cuando un estudiante después de una larga noche de estudio puede ir a hacer frente a un exámen (situación percibida como amenazante) sin quedarse dormido, o cuando alguien tiene que enfrentar una entrevista de trabajo. La ansiedad nos pone en “alerta”.

 ¿Cuándo esta ansiedad se vuelve disfuncional? ¿Cuándo no está cumpliendo su función y nos produce malestar? ¿Cuándo la ansiedad pasa a convertirse en excesiva y tan mal adaptativa?

  • Cuando comenzamos a sentir un miedo notable y excesivo ante cualquier situación que la percibimos como amenazante (exámenes, trabajo, rendimiento personal, conflictos familiares, etc)
  • Cuando interfiere en el funcionamiento cotidiano, con un mal manejo adaptativo y efectivo de lo que percibimos como amenazante y esto nos hace boicotear metas, logros personales, familiares, vida social, no resolver situaciones, etc.
  • Presentamos síntomas que intervienen en nuestra salud como gastritis, taquicardias constantes, brotes en la piel, hipertensión,etc. Que no son directamente de origen biológico, sino que se desencadenan por un estado emocional.

De dónde surge la ansiedad?

Hay una interrelación muy estrecha entre pensamiento, emociones y conducta. Funcionan como una especie de “cadena”.

En esta “cadena”, el primer eslabón, está conformado por el PENSAMIENTO. En la ansiedad hay una percepción de amenaza. Las diversas situaciones que vivimos son valoradas a nivel cognitivo como un peligro, una amenaza. Como consecuencia de esta valoración, se produce en la persona una EMOCIÓN, en este caso ansiedad.

Algunos de los síntomas que se puede presentar son los siguientes:

Síntomas fisiológicos

□ Aumento del ritmo cardíaco, palpitaciones; 

□ Respiración entrecortada, respiración acelerada;

□ Dolor o presión en el pecho; 

□ Sensación de asfixia; mareo; 

□ Sudores, sofocos, escalofríos;

□ Náusea, dolor de estómago, diarrea; 

□ Músculos tensos, rigidez; 

□ Sequedad de boca.

Síntomas cognitivos

□ Miedo a perder el control, a ser incapaz de afrontarlo; 

□ Miedo al daño físico o a la muerte;

□ Miedo a “enloquecer”; 

□ Miedo a la evaluación negativa de los demás; 

□ Pensamientos, imágenes o recuerdos atemorizantes; 

□ Percepciones de irrealidad o separación; 

□ Escasa concentración, confusión, distracción; 

□ Estrechamiento de la atención, hipervigilancia hacia la amenaza; 

□ Poca memoria; 

□ Dificultad de razonamiento, pérdida de objetividad.

Síntomas conductuales

□ Evitación de las señales o situaciones de amenaza; 

□ Huída, alejamiento; 

□ Obtención de seguridad, reafirmación; 

□ Inquietud, agitación, marcha; 

□ Hiperventilación; 

□ Quedarse helado, paralizado; 

□ Dificultad para hablar.

Síntomas afectivos

□ Nervioso, tenso,

□ Asustado, temeroso, aterrorizado; 

□ Inquieto, irritable

□ Impaciente, frustrado.

¿Cómo resolvemos la ansiedad?

En primer lugar es importante que podamos consultar a un profesional de la salud mental, para un trabajo profundo.

Al desprenderse a partir  de una forma de valorar las situaciones, a nivel cognitivo, es importante que estemos atentos a la forma de pensar que estoy teniendo. Algunas preguntas de ayuda pueden ser:  ¿Será tan así como lo pienso/veo? ¿Qué recursos tengo para enfrentar esta situación si llegara a acontecer lo que pienso?

Por otro lado ser conscientes que no vamos a poder controlar todo lo que pueda acontecer, ni a las personas. Que necesitamos soltar el control y afrontar lo que tengamos que afrontar, aprender, desarrollar los recursos que necesitemos, y seguir.

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