Pero… ¿qué hay de los adolescentes? Ésta pareciera una etapa algo olvidada, ellos no son adultos, pero tampoco son niños, teniendo particularidades que hacen de este tiempo, una etapa única, y algo conflictiva, como bien ya sabemos a causa del crecimiento en sí y la transición a la edad adulta.
Todos los adolescentes tienen en común que están atravesando en un proceso exogámico, es decir, “hacia afuera”, en plena ampliación de redes sociales y de afectos. En este proceso el adolescente comienza una etapa normal de diferenciación de sus padres, con cierta tendencia, al rechazo de algunas dinámicas familiares, o de las propias figuras paternas. Todo esto, es propio de un proceso de búsqueda de su identidad, lo cual podríamos decir que es la finalidad última de la adolescencia. En esto el joven tomará la herencia y el aprendizaje familiar, e irá sumado características que le son propias, pero para poder concretar este desarrollo identitario, que es sumamente importante en la adolescencia, es necesario este “distanciamiento” de la endogamia familiar.
Esto puede explicar algunas conductas del adolescente que le son tan molestas a los padres, o a los adultos que le rodean. De aquí proviene esta tendencia del adolescente a aislarse de su familia, o a querer pasar mucho tiempo fuera de casa, con su grupo de pares. En esta etapa los padres deben ser llenos de sabiduría para poder dar el lugar suficiente a la diferenciación que el adolescente está buscando, pero al mismo tiempo, poner límites y seguir guiando a este joven, que tiene el impulso, pero que no sabe tomar decisiones desde un entendimiento adulto.
Puede pasar que a raíz de todo esto, algunas relaciones entre padres e hijos adolescentes se hayan puesto algo “ásperas”, sumado a que hoy nos encontramos en un confinamiento de cuarentena que nos obliga a estar todos juntos en casa, sin poder salir a ningún lado. Es probable que en alguna ocasión tanto padres, como hijos, hayan estallado de enojo, alegando que ya no se aguantan más; otros padres quizás no dejan de quejarse porque sus hijos no salen de la habitación, o están todo el tiempo con su celular; quizás alguna mamá se entristezca porque su hija o hijo no habla con ella o no quiere compartir momentos juntos. La realidad es que muchas de estas conductas, son normales, en cierta medida por supuesto, por lo que hablamos anteriormente, y es importante que los padres puedan considerar ese punto, para poder equilibrar las demandas propias hacia los hijos adolescentes. Pero al mismo tiempo los padres tienen el desafío de aprovechar este tiempo en casa para re-construir las distancias, no saludables que se habían generado por no comprender el proceso interno por el cual está pasando ese adolescente de la familia.
Esta es una invitación a empatizar con su hijo adolescente, a intentar comprender más profundamente sus conductas, y no quedarse en “mi hijo no me respeta”, “mi hijo no me considera, ni me ama”, sino, desde el rol paterno, que siempre será el de disciplinar en limites amorosos y saludables, poder acercarse al mundo interno de ese joven sin presionar, sino a escuchando, para luego seguir instruyendo.
Lic. Melina Morano
Staff Sendas